Comer para sentirse bien
CONTROLA TU ANSIEDAD PARA NO CAER EN UNA MALA ALIMENTACIÓN.
Utilizar la comida como antiestrés es muy habitual, tanto que a veces nos resulta difícil diferenciar el hambre física de la emocional. Comemos para obtener un alivio rápido en situaciones de tensión, para premiarnos o por aburrimiento.
Pero cuando se tiene diabetes la cosa se complica, ya que una buena alimentación es crucial en su tratamiento. Y si además se es adolescente todavía es más complejo, porque al estrés habitual en este ciclo vital, se le suma la preocupación de los padres hacia su patología y la tensión que puede llegar a provocar un control excesivo en su conducta alimentaria. Frecuentemente, ante una glucemia elevada, los padres lo primero que preguntan es: ¿qué has comido? ¿por qué has elegido esto para comer y no esto otro? ¿te has medido la glucosa antes de ingerir tal o cual alimento?
Ante estas situaciones es más fácil sentirse irritado y agobiarse. De tal manera que esta exigencia paternal que requiere el cuidado de la diabetes, puede complicar la relación del joven con la comida.
En este punto deberíamos abrir dos vías de gestión emocional con la comida: la del joven con diabetes y la de sus padres. Ambos sufren de una preocupación adicional en su relación con los alimentos y deben aprender a gestionarla.
Los padres, evitando ejercer esa presión controladora, entendiendo que su hijo o hija pueda tener "deslices" con su alimentación.
El joven debe aprender a reconocer la ansiedad y hacerle frente para evitar la necesidad de comer compulsivamente o utilizar el alimento como una solución a cualquier otro revés que pueda tener. Para ello, el primer paso es identificar sus señales corporales y de comportamiento y relacionarlas con la emoción que le produce. Después, descubrir qué es lo que está pasando y qué se está pensando a la vez que se nota esa sensación de ansiedad.
Una vez identificada la fuente de tensión, podemos combatirla tanto física como mentalmente, tal y como indica la psicóloga Inmaculada de la Mata:
- Físicamente: a través de la relajación muscular, la respiración diafragmática lenta, la realización de actividades placenteras...
- Mentalmente: el estrés se maneja trabajando los pensamientos. Es muy importante identificar los pensamientos que generan ansiedad. Los reconoceremos porque son automáticos, negativos, exigentes y rígidos. Son pensamientos de todo/nada y blanco/negro. Nos decimos frases como "no valgo para nada", "nunca controlaré mi diabetes", "soy un desastre total", "no soporto este control de mis padres"…"
En la práctica es complicada la gestión de la ansiedad porque no siempre se van a poder cambiar las circunstancias que las provoca. Pero sí se puede actuar sobre cómo pensamos y gestionar la manera de afrontar esos pensamientos. En este sentido, es esencial desarrollar habilidades emocionales y aprender a distinguir entre el hambre físico y el que es consecuencia de la tensión, la frustración o el aburrimiento. Si se consigue se puede mejorar el autocontrol.
Es importante en la Generación Diguan identificar una buena relación con la comida. Si se siente que se deja de tener control sobre ella, es imprescindible compartirlo con el equipo de diabetes para ayudar a dar la respuesta adecuada. Importante: ante cualquier duda hay que acudir al especialista.